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miércoles, 14 de enero de 2015

Nuestros brazos son los brazos de DIOS


Una imposición de manos poderosa, es poner nuestras manos sobre un hombro desvalido.


Muchas veces los mensajes más poderosos no se transmiten desde la altura de un púlpito sino desde el calor de la proximidad, son discursos sin palabras. Cuantas veces vemos a personas afligidas, en necesidad y nos negamos, o peor aún, ni siquiera pensamos en aproximarnos para solo abrazarlos, negándonos la gran bendición de ser los brazos de DIOS aplicando consuelo.

Uno de los mandamientos principales es el de amar a nuestro prójimo. Mientras Jesús estuvo en la tierra, un hombre le preguntó: ¿Cuál es el gran mandamiento de la ley? Y Jesús le dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente. Éste es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. “De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:36–40).

Dios nos invita en Romanos 12:10-21 a amarnos los unos a los otros, practicando la hospitalidad, bendiciendo a nuestros semejantes, alegrarnos con los que están alegres y apoyando a los que lloran, no dejándonos vencer por lo malo, venciendo con el bien al mal. Los demás mandamientos se resumen en amar al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor (Romanos 13:8-10).

No olvidemos que estamos hablando de vidas y que con nuestro comportamiento podemos afectar su presente y hasta su eternidad, por lo que no cabe la indiferencia ni la desidia, cuando de ayudar a quien nos necesita se trata, no te pierdas la gran oportunidad de cumplir con la ley de Cristo (Gálatas 6:2).

Ayudemos a quien nos necesita.

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