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miércoles, 21 de enero de 2015

Cuando la fe en Dios te fortalece.

La fe es el fin de nuestros recursos y el principio de los recursos de Dios


La Fe es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad u opinión. También puede definirse como la creencia que no está sustentada en pruebas, además de la seguridad producida por una promesa, o dicho de otra manera y con sustento bíblico (Hebreos 11:1) La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hasta este punto hablamos de una fe teórica, es decir entendemos que es la fe, pero ¿Cuál es la fe que a Dios agrada? Y que además es necesaria para poder creer que Dios existe.

La fe no solo es aceptar una verdad con el entendimiento, sino también con el corazón. Es el compromiso de nuestra persona con Dios en una relación de intimidad que lleva consigo exigencias a las que ninguna ideología será capaz de llegar. Para que se dé fe en Dios auténtica y madura hay que pasar del frio concepto al calor del decidido compromiso. Una fe en Dios así es la que da fuerza y eficacia a una vida en Dios renovada. Tener fe en Dios lleva consigo un estilo de vida.

En Hebreos 11:6 queda claro que sin una fe madura en entendimiento y en acciones es imposible agradar a Dios, es necesaria una fe en Dios que aunque no lo vemos sabemos que existe y que se manifestará premiando a los que lo buscan con esta fe. Si leemos todo este capítulo de Hebreos vemos muchos ejemplos de fe auténtica (Abraham, Noé, Moisés, etc.)


Muchas veces somos invitados a fortalecer nuestra fe en Dios, cuando nos encontramos abatidos en la oscuridad. Periodos en los que nuestras referencias desaparecen y no encontramos ni una señal en el camino, ni un sol en nuestro día ni una estrella en nuestra noche. Es ahí donde templamos nuestra verdadera fe en Dios, cuando seguimos avanzando confiando, fortaleciendo nuestra fe, es donde podemos ver claramente como Él se manifiesta y podremos ver que Dios es verdadero y que al final del camino nos premiará nos entregará un galardón ¡Te imaginas! ¡Recibir un galardón de Dios!

Sobre todo, hay que tomar el escudo de la fe, con el que podemos apagar todos los dardos del maligno (Efesios6:16), dando sentido a la FE como un artículo de la armadura, pues esta sirve para luchar; para salir adelante, para no parar, para que por encima de toda duda y preocupaciones saber que Dios nunca nos abandona. ¡Anímate! ¡Esfuérzate! Y ten fe en Dios; no temas ni desmayes porque Dios está contigo.

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