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lunes, 30 de marzo de 2015

Como usar correctamente nuestras palabras

El que ahorra sus palabras tiene sabiduria

Quizás te parezca broma y en realidad lo de la alcancía lo es, pero no así lo de ahorrarse las palabras y el tener cuidado de lo que hablamos, cuantas veces no nos sorprendemos hablando mal de otras personas, hablando mentiras, inventando historias o en platicas absolutamente triviales y si somos sinceros ocupamos gran parte de nuestro tiempo en estos temas, cuando nuestras platicas pudieran enfocarse en cosas más importantes, recordando que de todas nuestras palabras daremos cuentas ante Dios y por estas mismas seremos justificados o condenados (Mateo 12:36-37).

Debemos ser muy cuidadosos en nuestra forma de hablar, en cómo le hablas a tus hijos, a tu esposa (o), a tus trabajadores, al empleado del almacén, al despachador de la gasolinera, etc. Es importante pensar antes de hablar, porque de nuestra manera de hablar, dependen los resultados que obtendremos de la vida. En el libro de 1 Reyes 12, vemos como el Rey Roboam pidió consejo de los ancianos que habían estado con Salomón, quienes le aconsejan que gobierne hablando buenas palabras al pueblo para que ellos le sirvan para siempre, sin embargo el sigue el consejo de los jóvenes, el cual era contrario a las buenas palabras y los resultados no fueron los esperados, así es cuando le hablas mal a la gente de tu alrededor, no esperes buenos resultados.

Es por eso que Hoy queremos reflexionar en lo que dice la palabra de Dios acerca de nuestra lengua y en como debemos ocuparla. En el libro de Santiago encontramos un apartado muy especial acerca de cómo utilizar nuestra lengua y lo importante que es, al grado de que si sabemos refrenar la lengua podemos refrenar todo el cuerpo y aunque es un miembro muy pequeño puede contaminar todo el cuerpo e inflamar la rueda de la creación (Santiago 3:1-12), sirve para bendición y para maldición. Describe la naturaleza destructible de la lengua humana, comparándola con un fuego que puede incendiar todo un bosque (Santiago 3:5-6) cuando permitimos que nuestras palabras sean como flechas incendiarias dejando ruinas a su paso.

Incluso nuestras palabras las podemos ocupar para nuestro propio bien o mal; estoy sano sí, yo sé que puedo, con la ayuda de Dios lo voy a lograr, no hay nada difícil para mí, mis finanzas están prosperas, nada me podrá dañar, soy un vencedor por Cristo Jesús, mi hogar es el mejor de los mejores, mis metas son una realidad positiva gracias a Dios, no me voy a afanar, cada día trae su bendición, la tristeza es una posición mental y yo no la acepto, para que perder el tiempo en cosas triviales, si puedo ser mejor y cuanto más sabiendo que Dios está con nosotros, en 1 Pedro 3:10 dice que el que quiere amar la vida y ver días buenos refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño.

Hasta este punto esperemos comenzar a tomar conciencia del poder de las palabras y del gran impacto que pueden tener en nuestra vida, en la de los demás y hasta la vida eterna.

La capacidad de comunicarnos es uno de los regalos que Dios nos da, solo que hay que tener gran responsabilidad al usarlo y una de las formas más irresponsables de utilizar nuestra lengua es cuando hablamos mal de otras personas (el chisme), es un pecado y desagrada a Dios, en Romanos 1:28-32 entre una gran lista de una mente reprobada ante Dios encontramos la murmuración, y no solo quienes la practican sino también quienes se complacen con quienes la practican. El Apóstol Pablo en la 1 Epístola a Timoteo 5:13 hace referencia al chisme exhortándonos a no practicarlo y no ser entrometidos y hablando lo que no debiéramos.

Por último y no menos importante e incluso podría haber sido el inicio de este artículo, es cuidar lo que hay en nuestro corazón porque de la abundancia del corazón hablará la boca (Lucas 6:45). Dios nos ha dado la boca para crear bendición, prosperidad, sanidad, liberación y mucho mas, es por esto que de lo que salga de tu boca es la garantía del éxito o fracaso, por eso debemos cuidar cada silaba y estar conscientes de la importancia de las palabras, tomando como referencia que la misma creación del Universo fue hecha con la palabra de Dios.

Que la Paz de Dios gobierne en nuestros corazones y la palabra de Cristo more en abundancia en nosotros, enseñándonos y exhortándonos en toda sabiduría, cantando con gracia en nuestros corazones a Dios con salmos e himnos y canticos espirituales (Colosenses 3:16-17). 

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