Es un hecho que el mundo necesita de Dios ya que el ser humano tiende a equivocarse contra las leyes de Dios y esto lo vemos claramente en diferentes versículos de la palabra de Dios (Génesis 8:21, 1 Reyes 8:46, Eclesiastés 7:20, etc.) lo cual trae consecuencias llevándonos a la necesidad de buscar su gracia que es a través de Jesucristo. Como lo dice la biblia en Romanos 3:23-24 “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús."
Nadie puede ignorar lo que hoy está pasando en el mundo entero, es impactante; la situación en pobreza que se encuentran muchas personas en regiones desfavorecidas del planeta, padres que apenas pueden alimentar a sus familias con lo equivalente a un salario mínimo, la desnutrición en los niños, enfermedades fuera de control. Familias desintegradas donde hay falta de amor y atención entre sus integrantes, padres enfocados en la economía familiar, jóvenes abandonados, faltos de cariño y de una identidad propia, sumergidos en la tecnología, lo que trae una falta de valores en nuestra sociedad.
Frecuentemente vemos como el hombre adecua las cosas a su conveniencia, a lo malo lo llaman bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo (Isaías 5:20), y caemos en la autosatisfacción que cada vez nos aleja de los principios básicos de la Ley de Dios "amar y dar".
Hay muchos retos actuales para las estructuras económicas, caracterizado por las recurrentes crisis financieras, el empeoramiento del cambio climático así como el creciente malestar social, vemos como la sofisticada tecnología llamada globalización y el gran avance de la sociedad solo beneficia a algunos, porque cada vez se agranda la brecha entre el rico y el pobre y todo es resultado de la falta de equidad en el mundo, en países, ciudades, comunidades y en las iglesias mismas. Vivimos en un mundo con tanta disparidad que es preocupante, cada vez se mueve más rápido, el ritmo de vida que llevamos es muy acelerado, y nos sumerge a estar a la vanguardia, ¿pero a costa de qué?
Es momento de actuar, vemos como la humanidad cada vez se está alejando de Dios, vivimos en un mundo consumista, codicioso, corrupto, violento, etc., por eso la imperiosa necesidad de hacer un alto y reparar ¡Que estamos haciendo! Seamos honestos ¿Quién va ganando la batalla? ¿Estamos buscando primeramente el reino de Dios y su justicia? ¿Amando a Dios y a nuestros semejantes? ¿Siguiendo sus perfectos caminos? ¿Estamos enseñando al joven a guardar su palabra? ¿Buscamos a Dios con todo nuestro corazón, fuerzas y mente? O ya nos hemos amoldado a las cosas del mundo.
Hace cuanto no lees la Biblia con tus Hijos, hace cuanto no oras en familia (que no sea el domingo en la iglesia), hace cuanto que no le ayudas a tu prójimo o le compartiste a tu vecino la Palabra de Dios. No es de cristianos permanecer indiferentes o egoístas ante las diversas situaciones que estamos atravesando, existe una profunda necesidad de índole espiritual, vemos la falta de principios y valores que experimenta nuestra sociedad, como la gente se viste de mentira, vanidad, envidia, soberbia, o andan muy ocupados en sus afanes, que no hay tiempo de ver la imperiosa necesidad que hay en el mundo.
Los que nos llamamos hijos de Dios debemos activarnos en lo realmente importante, prediquemos la gracia de Dios y su amor incondicional, para que todo aquel que invoque el nombre del Señor sea salvo, pero ¿Cómo creerán en aquel del que no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10:13-14) dejemos a un lado predicaciones vanas que solo buscan agradar al hombre, doctrinas cómodas donde todo es para beneficio propio, regresemos a buscar esa relación con Dios, de aplicar su palabra en nuestras vidas para así poder ver las necesidades que hay afuera, ó que necesitamos, que el mundo sea sacudido desde sus cimientos para entender y actuar, que prevalezca la oscuridad y el caos o mejor que regresemos con el Dios que obra y transforma a pesar de las circunstancias y reconozcamos que el mundo necesita de Dios y solo de Dios y después de Dios.
¡Duro lo que leemos verdad!, pero iniciemos por el principio, apliquemos primeramente en nuestras vidas la Palabra de Dios, llevemos una verdadera vida Cristiana y no vivamos mas como vive el mundo, cambiemos nuestra forma de ser y de pensar, no nos creamos más de lo que realmente somos, somos un cuerpo en Cristo y punto, activémonos como iglesia, utilizando los dones que Dios nos dio, si nos dio autoridad para hablar en su nombre, hagámoslo como corresponde a un seguidor de Cristo. Si nos pone a servir a otros, sirvámosles bien. Si nos da la capacidad de enseñar, dediquémonos a enseñar. Si nos pide animar a los demás, debemos animarlos. Si de compartir nuestros bienes se trata, no seamos tacaños. Si debemos dirigir a los demás, pongamos en ello todo nuestro empeño. Y si nos toca ayudar a los necesitados, hagámoslo con alegría (Romanos 12:1-8)
Él es el camino que nos da su hermosa paz. Tenemos muchas promesas para los que vivimos conforme a la voluntad de Dios y no del mundo, todas esas promesas y hasta los deseos de nuestro corazón llegaran por añadidura, en abundancia y sin añadir tristezas, pero antes ocupémonos de reflejar a Dios en nuestras vidas, glorificándolo con nuestra forma de actuar, seamos luz para la gente que no conoce de Dios y acerquémoslos a sus pies.
Invitemos a Dios a habitar en nuestro corazón, nazcamos de nuevo y cambiemos nuestra forma de pensar, para que cambie nuestra forma de vivir y presentemos nuestros cuerpos como instrumentos de justicia, obedeciendo sus mandamientos, dejemos que las leyes de Dios reinen en nosotros, en nuestra familia, nuestro entorno, nuestro país y solo así viviremos en un mundo mejor.
Nadie puede ignorar lo que hoy está pasando en el mundo entero, es impactante; la situación en pobreza que se encuentran muchas personas en regiones desfavorecidas del planeta, padres que apenas pueden alimentar a sus familias con lo equivalente a un salario mínimo, la desnutrición en los niños, enfermedades fuera de control. Familias desintegradas donde hay falta de amor y atención entre sus integrantes, padres enfocados en la economía familiar, jóvenes abandonados, faltos de cariño y de una identidad propia, sumergidos en la tecnología, lo que trae una falta de valores en nuestra sociedad.
Frecuentemente vemos como el hombre adecua las cosas a su conveniencia, a lo malo lo llaman bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo (Isaías 5:20), y caemos en la autosatisfacción que cada vez nos aleja de los principios básicos de la Ley de Dios "amar y dar".
Hay muchos retos actuales para las estructuras económicas, caracterizado por las recurrentes crisis financieras, el empeoramiento del cambio climático así como el creciente malestar social, vemos como la sofisticada tecnología llamada globalización y el gran avance de la sociedad solo beneficia a algunos, porque cada vez se agranda la brecha entre el rico y el pobre y todo es resultado de la falta de equidad en el mundo, en países, ciudades, comunidades y en las iglesias mismas. Vivimos en un mundo con tanta disparidad que es preocupante, cada vez se mueve más rápido, el ritmo de vida que llevamos es muy acelerado, y nos sumerge a estar a la vanguardia, ¿pero a costa de qué?
Es momento de actuar, vemos como la humanidad cada vez se está alejando de Dios, vivimos en un mundo consumista, codicioso, corrupto, violento, etc., por eso la imperiosa necesidad de hacer un alto y reparar ¡Que estamos haciendo! Seamos honestos ¿Quién va ganando la batalla? ¿Estamos buscando primeramente el reino de Dios y su justicia? ¿Amando a Dios y a nuestros semejantes? ¿Siguiendo sus perfectos caminos? ¿Estamos enseñando al joven a guardar su palabra? ¿Buscamos a Dios con todo nuestro corazón, fuerzas y mente? O ya nos hemos amoldado a las cosas del mundo.
Hace cuanto no lees la Biblia con tus Hijos, hace cuanto no oras en familia (que no sea el domingo en la iglesia), hace cuanto que no le ayudas a tu prójimo o le compartiste a tu vecino la Palabra de Dios. No es de cristianos permanecer indiferentes o egoístas ante las diversas situaciones que estamos atravesando, existe una profunda necesidad de índole espiritual, vemos la falta de principios y valores que experimenta nuestra sociedad, como la gente se viste de mentira, vanidad, envidia, soberbia, o andan muy ocupados en sus afanes, que no hay tiempo de ver la imperiosa necesidad que hay en el mundo.
Los que nos llamamos hijos de Dios debemos activarnos en lo realmente importante, prediquemos la gracia de Dios y su amor incondicional, para que todo aquel que invoque el nombre del Señor sea salvo, pero ¿Cómo creerán en aquel del que no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? (Romanos 10:13-14) dejemos a un lado predicaciones vanas que solo buscan agradar al hombre, doctrinas cómodas donde todo es para beneficio propio, regresemos a buscar esa relación con Dios, de aplicar su palabra en nuestras vidas para así poder ver las necesidades que hay afuera, ó que necesitamos, que el mundo sea sacudido desde sus cimientos para entender y actuar, que prevalezca la oscuridad y el caos o mejor que regresemos con el Dios que obra y transforma a pesar de las circunstancias y reconozcamos que el mundo necesita de Dios y solo de Dios y después de Dios.
¡Duro lo que leemos verdad!, pero iniciemos por el principio, apliquemos primeramente en nuestras vidas la Palabra de Dios, llevemos una verdadera vida Cristiana y no vivamos mas como vive el mundo, cambiemos nuestra forma de ser y de pensar, no nos creamos más de lo que realmente somos, somos un cuerpo en Cristo y punto, activémonos como iglesia, utilizando los dones que Dios nos dio, si nos dio autoridad para hablar en su nombre, hagámoslo como corresponde a un seguidor de Cristo. Si nos pone a servir a otros, sirvámosles bien. Si nos da la capacidad de enseñar, dediquémonos a enseñar. Si nos pide animar a los demás, debemos animarlos. Si de compartir nuestros bienes se trata, no seamos tacaños. Si debemos dirigir a los demás, pongamos en ello todo nuestro empeño. Y si nos toca ayudar a los necesitados, hagámoslo con alegría (Romanos 12:1-8)
Él es el camino que nos da su hermosa paz. Tenemos muchas promesas para los que vivimos conforme a la voluntad de Dios y no del mundo, todas esas promesas y hasta los deseos de nuestro corazón llegaran por añadidura, en abundancia y sin añadir tristezas, pero antes ocupémonos de reflejar a Dios en nuestras vidas, glorificándolo con nuestra forma de actuar, seamos luz para la gente que no conoce de Dios y acerquémoslos a sus pies.
Invitemos a Dios a habitar en nuestro corazón, nazcamos de nuevo y cambiemos nuestra forma de pensar, para que cambie nuestra forma de vivir y presentemos nuestros cuerpos como instrumentos de justicia, obedeciendo sus mandamientos, dejemos que las leyes de Dios reinen en nosotros, en nuestra familia, nuestro entorno, nuestro país y solo así viviremos en un mundo mejor.