Esta vez, solamente queremos recordarte o darte a conocer algunas citas bíblicas que hablan por sí mismas y te contaremos algunas historias que seguramente conoces muy bien y te serán familiares, esperando que sean de ayuda para acercarte más a Dios y convertirte en una mejor persona.
Empecemos con las citas:
Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales (los que son como estos) es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Marcos 10:14-15
En lo que respecta a que el reino de los cielos es de los niños no hay duda, pues basta con mirarlos para entender que Dios decide regalar al mundo una nueva obra de arte. Y así, con toda la entrega, todo el amor, y todo el genio del cual es capaz, crea un nuevo ser humano y lo envía sobre este planeta en forma de bebé, porque no hay niño que no nazca como expresión completa y brillante de la gloria del Dios que lo ha creado. No hay niño que no lleve dentro de sí todos los elementos sacados a la luz que a lo largo de su crecimiento, revelarán cuál es la nota singular e inigualable que Dios quiso agregar para enriquecer la sinfonía del universo. No hay niño que no sea Oro puro. El reino de los cielos en la tierra.
En cuanto a recibir el reino de Dios como un niño queremos empezar con una pequeña historia, que quizás ya la has vivido en carne propia o al menos te será familiar. Un niño al borde de una cama o de una alberca adoptando una pose juguetona preparándose para brincar al precipicio ¡Va a saltar! Más atrás papi desafía con gritos y ante cada paso se ríe, aplaude y hace ademanes, de pronto grita allí y salta con fuerza, con algunos temores pero al final con gran valor salta. Súperman sin capa. Sólo su corazón y su confianza en papá lo hacen saltar lo más fuerte que puede, si papá falla se estrellara o se hundirá, su única esperanza es su padre, no conoce el temor, de modo que vuela, de modo que remonta, de modo que papá lo atrapa y los dos se regocijan ante la unión entre la confianza del niño y la fidelidad del padre.
¿Te suena conocida la historia anterior? Ahora recuerda a Pedro queriendo caminar en el mar y hundiéndose ¿Si este hubiera sido Pedrito y no Pedro? ¿Cómo sería la historia? ¿Pedrito gritando con confianza, más atrás papá? Quizás, pero lo más importante es si después de leer lo anterior decides cambiar tu historia ¿Estás enfermo? ¿Vas a entrar a un quirófano? ¿Tu economía está mal? ¿Problemas familiares? ¡Salta! Los mismos brazos fuertes que vencieron a la muerte son los que te están esperando, las mismas manos que clavaron a la cruz están abiertas para ti, así que confía en Dios como lo haría un niño.
Continuemos con otras citas:
En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Mateo 18:1-4 Para reforzar esta cita bíblica veamos la etimología de “humillarse” que deriva de humilis (humilde), que es la persona susceptible de recibir la acción del verbo humiliare (postrar a uno por tierra, hacer que se postre en el suelo ante otro en reconocimiento de su bajeza y la total superioridad o dominio del otro sobre él) obviamente en el contexto bíblico de la cita anterior Jesús se refiere a humillarse ante Dios, reconociendo que como humanos tenemos limitaciones y si aprendemos a rendir nuestros errores ante Dios él hará descansar nuestra alma, como nos enseña la biblia en Mateo donde Jesús se pone como ejemplo de humildad y vuelve a mencionar a los niños por encima de los sabios y entendidos.
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. Mateo 11:25-30
Detengámonos un minuto ¿Dejarnos guiar por Jesús y aprender de Él es fácil? Como que parece mentira no lo crees, una falacia, leerlo en la biblia y escuchar un sermón de esto es una cosa pero llevarlo a la práctica es otra, con tantita SABIDURIA y ENTENDIMIENTO podemos darnos cuenta que no es tan fácil hacer eso, o será que es tan fácil como que es cosa de NIÑOS pues ellos absorben con tanta facilidad lo que ven y escuchan llevándolo a la práctica, que te parece si con respecto a esto nos comportamos como niños siguiendo como ejemplo la vida de Jesús como lo dice el versículo anterior, absorbiendo y llevando a cabo sus mandamientos pues lo que sí está bien claro es que Jesús predicaba con el ejemplo ¿Así o más fácil? Que te parece si tú mismo haces la prueba de seguir las enseñanzas de Jesús, te podemos asegurar que se cumplirá lo siguiente: “HALLAREÍS DESCANSO PARA TU ALMA.”
Sobre el tema de ser como niños para entrar al reino hay mucho más para escribir, pero para ir Ad-hoc al tema seamos prácticos sin tanta Sabiduría y Entendimiento por ahora solo miremos la confianza de un niño en papá (Dios), el cómo rinde su ser (ante Dios), absorbe conocimientos (teniendo como ejemplo a Jesús) y los lleva a la práctica. Si al final has comprendido el tema, no esperes más confía como niño y salta a los brazos de papá Dios y siéntete seguro de que nunca te dejará caer, dejándote moldear en total rendimiento en sus manos y Él hará su obra perfecta en ti, trayendo descanso a tu alma.
Por último te dejamos una recomendación del Apóstol Pablo:
Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en la manera de pensar. 1 Corintios 14:20